viernes, 26 de marzo de 2010
RODILLA A TIERRA....FUSIL AL HOMBRO..." QUE LO QUE VIENE ES CANDELA
26 marzo 2010 - Un plan subversivo diseñado para crear caos en Caracas antes de las elecciones parlamentarias previstas para el 26 de septiembre fue develado por las redes de inteligencia social del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
La información la suministró el Concejal Metropolitano del PSUV, Alexander Nebreda, durante una rueda de prensa realizada este jueves en la parroquia El Paraíso del Distrito Capital.
El edil revolucionario denunció que el referido plan es financiado por el opositor alcalde metropolitano, Antonio Ledezma.
Nebreda señaló que también participan los dirigentes contrarrevolucionarios Leopoldo López y Henry Ramos Allup, dirigente del movimiento de derecha Voluntad Popular y secretario general de Acción Democrática (AD), respectivamente.
Detalló que parte de la agenda contrarrevolucionaria para los próximos meses contempla sabotaje en la prestación de servicios en distintos centros de salud; paro del sector educativo y cierre de calles en el centro de la ciudad, tarea encomendada a un sector determinado de la economía informal.
"Tenemos activada una red de inteligencia social del PSUV la cual penetró a AD y a las llamadas Redes Populares de Leopoldo López. Por eso sabemos que giraron instrucciones a sus seguidores, en el sector de la economía informal, para generar disturbios en la capital de la República, luego de Semana Santa", reveló.
Acompañado por un nutrido grupo de transportistas, Nebreda recordó que los trabajadores de este sector laboral desenmascararon a pseudodirigentes que respaldan los planes desestabilizadores de Ledezma y de la oposición en el país.
De igual modo, felicitó a los miles de transportistas caraqueños que con una conducta cívica frenaron las pretensiones del opositor alcalde Antonio Ledezma de desestabilizar la ciudad.
Por: Agencia Bolivariana de Noticias (ABN)
Fecha de publicación: 26/03/10
martes, 23 de marzo de 2010
"A QUIEN FAVORECE LOS DESALOJOS"
Seis desalojos en el km 17 de la vía hacia Quíbor
Sábado 20 Marzo 2010 - 09:08 am El jefe del Comando Regional Nº 4 (Core 4) de la Guardia Nacional, Luis Alfonso Bohórquez, lo informó el pasado jueves: “Continuaremos desalojando”; y eso fue lo que pasó ayer en la vía a Quíbor, específicamente en el kilómetro 16.
Las fuerzas de seguridad de la región, articuladas a través del Dispositivo Bicentenario de Seguridad (Dibise), vienen ejecutando los desalojos. Foto: Jorkin Corona Las fuerzas de seguridad de la región, articuladas a través del Dispositivo Bicentenario de Seguridad (Dibise), vienen ejecutando los desalojos. Foto: Jorkin Corona
[ i ] ERIC ENCINOZA GARCÍA.- Numerosas familias que habían invadido 24 hectáreas ubicadas en el kilómetro 16 de la vía que conduce a la población de Quíbor, fueron desalojadas ayer por una comisión mixta integrada por funcionarios de la Guardia Nacional, de las Fuerzas Armadas del estado Lara y de la Policía Municipal de Iribarren.
Los desalojados manifestaron que los agentes de dichos cuerpos de seguridad comenzaron el desalojo a las 3:00 a.m. de ayer y que no les dieron tiempo de mudar sus enseres. Mauricio Herrera informó que la actuación de los funcionarios presuntamente fue desmedida. "No nos dejaron recoger nuestros enseres y muchos perdieron todo lo que tenían". El informante comentó que la comisión mixta desmanteló los ranchos y las instalaciones de los invasores de manera violenta.
En este sentido, Lina Cañizales, quien está embarazada, comentó: "ellos me maltrataron. Sinceramente el desalojo fue una violación a los derechos humanos, ya que no tenemos a dónde ir". Afirmó que parte de los invasores viven en situación de "arrimados" en casas de familiares, mientras que otros no cuentan con un techo para habitar.
Cañizales dijo que ni el gobernador de Lara, Henri Falcón; ni la alcaldesa de Iribarren, Amalia Saéz, se han preocupado por ofrecerles una solución a su problema habitacional.
Lo cierto es que los invasores se quejaron de la actitud durante el desalojo por parte de algunos funcionarios de seguridad. 13 de los ocupantes (once hombres y dos mujeres) fueron detenidos por resistencia a la autoridad.
Sin prórroga
Los afectados se quejaron por el hecho de que no les dieron una prórroga para desalojar los terrenos invadidos. Manifestaron que, debido al procedimiento practicado por la comisión mixta, muchos niños y niñas, así como varios adultos, resultaron afectados por el uso de gases lacrimógenos. María Rivero dijo: "Perdí mis corotos; los funcionarios llegaron con máquinas y tumbaron los ranchos. Nos trataron como animales".
Las invasiones desalojadas, que ya tenían su nombres y estaban ubicadas frente a la Villa Crepuscular, fueron: Santa Elena, Villa Nueva, Villa del Sol, Villa Esperanza, Villa Grande y Villa Futuro. No se pudo determinar el número de familias que habían ocupado la extensa zona: algunos hablaban de 2.500 y otro de 3.500. Lo cierto es que, entre niños, jóvenes y adultos, los invasores se aproximaban a las 10.000 personas.
Operativo preventivo
Funcionarios de la comisión mixta, quienes no quisieron identificarse por no ser voceros oficiales, comentaron que el procedimiento de desalojo practicado ayer fue preventivo y que detuvieron a las 13 personas por resistencia a la autoridad.
[*] EN DESTAQUE
Shoymei Lau, representante de la Cámara Inmobiliaria de Lara, apoya toda medida de desalojo que se ejecute enmarcada en la ley y se declara defensora de la propiedad privada. Afirma que este año esperan solicitar ante el Tribunal Supremo de Justicia un recurso de amparo contra la Ley de Tierras Urbanas que establece la figura de la propiedad social, pero no aclara algunos aspectos referentes a ésta
Sábado 20 Marzo 2010 - 09:08 am El jefe del Comando Regional Nº 4 (Core 4) de la Guardia Nacional, Luis Alfonso Bohórquez, lo informó el pasado jueves: “Continuaremos desalojando”; y eso fue lo que pasó ayer en la vía a Quíbor, específicamente en el kilómetro 16.
Las fuerzas de seguridad de la región, articuladas a través del Dispositivo Bicentenario de Seguridad (Dibise), vienen ejecutando los desalojos. Foto: Jorkin Corona Las fuerzas de seguridad de la región, articuladas a través del Dispositivo Bicentenario de Seguridad (Dibise), vienen ejecutando los desalojos. Foto: Jorkin Corona
[ i ] ERIC ENCINOZA GARCÍA.- Numerosas familias que habían invadido 24 hectáreas ubicadas en el kilómetro 16 de la vía que conduce a la población de Quíbor, fueron desalojadas ayer por una comisión mixta integrada por funcionarios de la Guardia Nacional, de las Fuerzas Armadas del estado Lara y de la Policía Municipal de Iribarren.
Los desalojados manifestaron que los agentes de dichos cuerpos de seguridad comenzaron el desalojo a las 3:00 a.m. de ayer y que no les dieron tiempo de mudar sus enseres. Mauricio Herrera informó que la actuación de los funcionarios presuntamente fue desmedida. "No nos dejaron recoger nuestros enseres y muchos perdieron todo lo que tenían". El informante comentó que la comisión mixta desmanteló los ranchos y las instalaciones de los invasores de manera violenta.
En este sentido, Lina Cañizales, quien está embarazada, comentó: "ellos me maltrataron. Sinceramente el desalojo fue una violación a los derechos humanos, ya que no tenemos a dónde ir". Afirmó que parte de los invasores viven en situación de "arrimados" en casas de familiares, mientras que otros no cuentan con un techo para habitar.
Cañizales dijo que ni el gobernador de Lara, Henri Falcón; ni la alcaldesa de Iribarren, Amalia Saéz, se han preocupado por ofrecerles una solución a su problema habitacional.
Lo cierto es que los invasores se quejaron de la actitud durante el desalojo por parte de algunos funcionarios de seguridad. 13 de los ocupantes (once hombres y dos mujeres) fueron detenidos por resistencia a la autoridad.
Sin prórroga
Los afectados se quejaron por el hecho de que no les dieron una prórroga para desalojar los terrenos invadidos. Manifestaron que, debido al procedimiento practicado por la comisión mixta, muchos niños y niñas, así como varios adultos, resultaron afectados por el uso de gases lacrimógenos. María Rivero dijo: "Perdí mis corotos; los funcionarios llegaron con máquinas y tumbaron los ranchos. Nos trataron como animales".
Las invasiones desalojadas, que ya tenían su nombres y estaban ubicadas frente a la Villa Crepuscular, fueron: Santa Elena, Villa Nueva, Villa del Sol, Villa Esperanza, Villa Grande y Villa Futuro. No se pudo determinar el número de familias que habían ocupado la extensa zona: algunos hablaban de 2.500 y otro de 3.500. Lo cierto es que, entre niños, jóvenes y adultos, los invasores se aproximaban a las 10.000 personas.
Operativo preventivo
Funcionarios de la comisión mixta, quienes no quisieron identificarse por no ser voceros oficiales, comentaron que el procedimiento de desalojo practicado ayer fue preventivo y que detuvieron a las 13 personas por resistencia a la autoridad.
[*] EN DESTAQUE
Shoymei Lau, representante de la Cámara Inmobiliaria de Lara, apoya toda medida de desalojo que se ejecute enmarcada en la ley y se declara defensora de la propiedad privada. Afirma que este año esperan solicitar ante el Tribunal Supremo de Justicia un recurso de amparo contra la Ley de Tierras Urbanas que establece la figura de la propiedad social, pero no aclara algunos aspectos referentes a ésta
martes, 16 de febrero de 2010
"Ética burguesa y ética marxista"
La novedad que introduce la ética marxista consiste en declarar, frente a la ideología burguesa, que el orden establecido impide el desarrollo de las potencialidades del hombre.
Como sabemos, las ideas de la clase dominante son, en cualquier sociedad, las ideas dominantes. La religión, la moral, la ciencia, la filosofía, el arte, el derecho, y el resto de elementos que forman la superestructura dependen, en última instancia, de lo material (es decir, de las condiciones económicas y de los consiguientes intereses de la clase dominante). Como dijeron Marx y Engels en "La Ideología Alemana": "la clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente".
Centrándonos en el terreno de la moral, podemos establecer una primera diferencia entre la ética burguesa y la ética marxista precisamente en el hecho de que la primera no reconoce la determinación de la moral por lo material. Los postulados éticos burgueses proceden de la ética cristiana y de la ética ilustrada (que es la versión secularizada de la anterior). En ambos casos, se considera al hombre como un ser esencialmente libre, y se afirma que no existe determinación externa alguna que le impida obrar correctamente. Se postula, pues, de forma idealista, la libertad y la responsabilidad absolutas del hombre, así como la existencia de unas normas universalmente vinculantes, normas que todo hombre bueno debe observar y que estarían sancionadas por Dios (en la ética cristiana) o por "la naturaleza del hombre" (en la ética burguesa-ilustrada).
La ética marxista rompe con esta visión de la moral tradicional. El marxismo rechaza todos los valores y principios éticos trascendentales (entendiendo por esto los basados en la religión o en proposiciones "idealistas"), y los rechaza porque no son más que ideología, es decir, no son más que una costra mental que oculta la realidad. Y la realidad es que los valores y principios éticos dominantes en la sociedad tienen la misión de apuntalar al sistema: responden a las exigencias de la explotación del hombre por el hombre, es decir, responden a los intereses de la clase dominante. Esta es la verdad que la ética burguesa pretende ocultar y que, de hecho, se oculta a sí misma. La ética burguesa presupone que la sociedad ha llegado a un punto en el que el hombre puede realizarse plenamente, es decir, puede desenvolver todas sus potencialidades y satisfacer sus necesidades. La ética burguesa presupone que la sociedad establecida es el marco perfecto en el que pueden alcanzarse (o podrán alcanzarse en un futuro) los objetivos del individuo y de toda la sociedad. La ética marxista, al desenmascarar estos postulados, al denunciarlos como falsos e ideológicos, pone las bases de una nueva moral.
Esa novedad que introduce la ética marxista consiste en declarar, frente a la ideología burguesa, que el orden establecido impide el desarrollo de las potencialidades del hombre, y que las posibilidades de realización pasan ineludiblemente por un cambio revolucionario del sistema. Esta denuncia de lo establecido no es rasgo original de la ética marxista -el cristianismo, en sus inicios, antes de ser absorbido por el Imperio romano, fue una doctrina "oposicionista", al igual que lo han sido otras sectas radicales a lo largo de la historia, por no hablar de los filósofos de la Ilustración y su oposición al orden feudal-, pero sí es su rasgo más destacado. La lucha de clases se postula, pues, en la ética marxista, como el valor ético supremo. Según Lenin, la moral debe servir los intereses del proletariado en la lucha de clases: "la moral sirve para que la sociedad humana se eleve a una mayor altura, para que se desembarace de la explotación del trabajo".
La lucha de clases constituye, pues, el principio fundamental de la ética marxista. Ahora bien, la lucha de clases no es entendida por el marxismo como un simple instrumento para conseguir un fin (en este sentido, en la ética marxista, el fin no justifica los medios). La lucha de clases es un fin en sí mismo. La realización del hombre, la conquista de la libertad, no tienen, pues, puerto de llegada. La ética marxista define la lucha de clases como una tarea consciente y constante, como un esfuerzo colectivo y solidario por la emancipación real del hombre. El primer paso en este camino consiste en ser plenamente conscientes de la realidad que hay que transformar, y, para llegar a ese punto de consciencia, hay que desembarazarse de la ética burguesa y de su ocultación de la realidad.
Como sabemos, las ideas de la clase dominante son, en cualquier sociedad, las ideas dominantes. La religión, la moral, la ciencia, la filosofía, el arte, el derecho, y el resto de elementos que forman la superestructura dependen, en última instancia, de lo material (es decir, de las condiciones económicas y de los consiguientes intereses de la clase dominante). Como dijeron Marx y Engels en "La Ideología Alemana": "la clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente".
Centrándonos en el terreno de la moral, podemos establecer una primera diferencia entre la ética burguesa y la ética marxista precisamente en el hecho de que la primera no reconoce la determinación de la moral por lo material. Los postulados éticos burgueses proceden de la ética cristiana y de la ética ilustrada (que es la versión secularizada de la anterior). En ambos casos, se considera al hombre como un ser esencialmente libre, y se afirma que no existe determinación externa alguna que le impida obrar correctamente. Se postula, pues, de forma idealista, la libertad y la responsabilidad absolutas del hombre, así como la existencia de unas normas universalmente vinculantes, normas que todo hombre bueno debe observar y que estarían sancionadas por Dios (en la ética cristiana) o por "la naturaleza del hombre" (en la ética burguesa-ilustrada).
La ética marxista rompe con esta visión de la moral tradicional. El marxismo rechaza todos los valores y principios éticos trascendentales (entendiendo por esto los basados en la religión o en proposiciones "idealistas"), y los rechaza porque no son más que ideología, es decir, no son más que una costra mental que oculta la realidad. Y la realidad es que los valores y principios éticos dominantes en la sociedad tienen la misión de apuntalar al sistema: responden a las exigencias de la explotación del hombre por el hombre, es decir, responden a los intereses de la clase dominante. Esta es la verdad que la ética burguesa pretende ocultar y que, de hecho, se oculta a sí misma. La ética burguesa presupone que la sociedad ha llegado a un punto en el que el hombre puede realizarse plenamente, es decir, puede desenvolver todas sus potencialidades y satisfacer sus necesidades. La ética burguesa presupone que la sociedad establecida es el marco perfecto en el que pueden alcanzarse (o podrán alcanzarse en un futuro) los objetivos del individuo y de toda la sociedad. La ética marxista, al desenmascarar estos postulados, al denunciarlos como falsos e ideológicos, pone las bases de una nueva moral.
Esa novedad que introduce la ética marxista consiste en declarar, frente a la ideología burguesa, que el orden establecido impide el desarrollo de las potencialidades del hombre, y que las posibilidades de realización pasan ineludiblemente por un cambio revolucionario del sistema. Esta denuncia de lo establecido no es rasgo original de la ética marxista -el cristianismo, en sus inicios, antes de ser absorbido por el Imperio romano, fue una doctrina "oposicionista", al igual que lo han sido otras sectas radicales a lo largo de la historia, por no hablar de los filósofos de la Ilustración y su oposición al orden feudal-, pero sí es su rasgo más destacado. La lucha de clases se postula, pues, en la ética marxista, como el valor ético supremo. Según Lenin, la moral debe servir los intereses del proletariado en la lucha de clases: "la moral sirve para que la sociedad humana se eleve a una mayor altura, para que se desembarace de la explotación del trabajo".
La lucha de clases constituye, pues, el principio fundamental de la ética marxista. Ahora bien, la lucha de clases no es entendida por el marxismo como un simple instrumento para conseguir un fin (en este sentido, en la ética marxista, el fin no justifica los medios). La lucha de clases es un fin en sí mismo. La realización del hombre, la conquista de la libertad, no tienen, pues, puerto de llegada. La ética marxista define la lucha de clases como una tarea consciente y constante, como un esfuerzo colectivo y solidario por la emancipación real del hombre. El primer paso en este camino consiste en ser plenamente conscientes de la realidad que hay que transformar, y, para llegar a ese punto de consciencia, hay que desembarazarse de la ética burguesa y de su ocultación de la realidad.
Lo primero que hay que decir es que el marxismo es un humanismo, en el sentido que pretende la transformación de los hombres cambiando su manera de trabajar; y es que Marx encuentra al ser humano primero como ser material y segundo como ser alienado.
Es material porque es producto de la materia: El ser humano es un animal que trabaja, y en el trabajo está en su categoría permanente. Tal es así que las condiciones de vida material condicionan el modo de producción. O sea, el hombre es lo que es su economía, es un ser económico. La economía forma la estructura del edificio social donde se sujeta toda la superestructura que no son nada más que nuevas formas de alineación generadas para apuntalar el modo de producción dominante: alineación religiosa, política, filosófica.
El ser humano es preocupación fundamental de Marx y toda su filosofía gira en torno a la recuperación de la dignidad humana y la eliminación de las contradicciones del mundo capitalista. Marx ve que la economía o el modo de producción no sólo condiciona sino que determina todo lo demás que existe: la política, el derecho, la ideología… por eso, para recuperar al hombre hay que actuar sobre la economía. La revolución comunista es la solución.
Otro concepto muy importante para explicar la condición humana es el concepto de alienación. Marx emplea este término para designar la pérdida de la esencia humana a favor de un objeto exterior al mismo hombre. La principal alienación es la económica que se presenta en diferentes formas: la alienación en el trabajo, en el acto mismo de trabajar, la alienación del propietario…Pero también en la sociedad capitalista aparecen muy desarrolladas las otras formas de alienación que forman parte de la superestructura como por ejemplo la alienación religiosa, introducida ya por Feuerbach, que coloca el sentido de la vida humana fuera de nosotros, en el más allá, en Dios. La alienación política hace que la actividad pública se vea desplazada hacia el interés privado para mantener los privilegios, o la alienación ideológica que mantiene las ideas como justificación del estado capitales.
Es material porque es producto de la materia: El ser humano es un animal que trabaja, y en el trabajo está en su categoría permanente. Tal es así que las condiciones de vida material condicionan el modo de producción. O sea, el hombre es lo que es su economía, es un ser económico. La economía forma la estructura del edificio social donde se sujeta toda la superestructura que no son nada más que nuevas formas de alineación generadas para apuntalar el modo de producción dominante: alineación religiosa, política, filosófica.
El ser humano es preocupación fundamental de Marx y toda su filosofía gira en torno a la recuperación de la dignidad humana y la eliminación de las contradicciones del mundo capitalista. Marx ve que la economía o el modo de producción no sólo condiciona sino que determina todo lo demás que existe: la política, el derecho, la ideología… por eso, para recuperar al hombre hay que actuar sobre la economía. La revolución comunista es la solución.
Otro concepto muy importante para explicar la condición humana es el concepto de alienación. Marx emplea este término para designar la pérdida de la esencia humana a favor de un objeto exterior al mismo hombre. La principal alienación es la económica que se presenta en diferentes formas: la alienación en el trabajo, en el acto mismo de trabajar, la alienación del propietario…Pero también en la sociedad capitalista aparecen muy desarrolladas las otras formas de alienación que forman parte de la superestructura como por ejemplo la alienación religiosa, introducida ya por Feuerbach, que coloca el sentido de la vida humana fuera de nosotros, en el más allá, en Dios. La alienación política hace que la actividad pública se vea desplazada hacia el interés privado para mantener los privilegios, o la alienación ideológica que mantiene las ideas como justificación del estado capitales.
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