En
la historia de la vida de cada uno se ocurren episodios que trascienden lo
cotidiano. Entre estos episodios está el encuentro con personas fuera de lo común, personas que marcan huella
en nuestro corazón, nuestra conciencia.
Unas para bien, otras para mal.
En
el año 1975 llega (para quedarse en tierras monaguenses) un cabimero de pura cepa, proveniente del
IUPEBarquisimeto, en la oleada de profesores que provenían de Barquisimeto a impartir
clases en el de IUPEMaturín, de nombre Euclides Villegas.
Vivarachero,
simpático, espontáneo, enamoradizo, bailador, gaitero, de piel, cabello y barba
color rojo, fue bautizado con el nombre de “El Rojo” siendo apreciado prontamente
por todo el colectivo monaguense. De espíritu deportivo, El Rojo, dotado de una
inteligencia profunda y unas ansias de cultivarse en el área de la ciencia, la
política, la sociología, se incorpora a los círculos de estudio y sesiones de
discusión en donde absorbe conocimientos y aporta contribuciones al pensamiento
crítico.
La
agudeza de su talento lo lleva a asumir posiciones cada vez más radicales
dentro del ámbito académico del
conglomerado ipemista y de las sociedades conservacionistas y ecológicas.
Comienza a evolucionar hacia la práctica militante del ambientalismo y eso lo
lleva hacia la radicalización de la teoría-praxis social asumiendo una
participación activa y protagónica en las luchas sociales y académicas dentro y
fuera de la universidad.
Prontamente
Euclides se convierte en figura de referencia en el quehacer académico, social
y político monaguense dentro del quehacer ambientalista, y fuera de él,
destacando su participación en todo el territorio nacional y hasta
internacional.
Amigo
verdadero, sencillo, humilde en el trato, compartimos una profunda amistad
basada en el respeto a las ideas, integración familiar y comunicación
horizontal. Euclides fue un verdadero amigo. Un hombre íntegro, sin prejuicios,
ni dobleces. Un autentico revolucionario en ideas, conducta, compromiso,
actitud.
Después
de una larga prueba de salud para TOMAR
EL CIELO POR ASALTO Euclides ya debe
estar en esas sesiones celestiales discutiendo como cambiar las relaciones de
producción del cielo, de nueva organización de la corte celestial, en compañía
de Rafael Nuñez E., Pineda, Espejo, Bruzual,
u organizando una caimanera de softball con el comandante eterno.
Euclides,
te debo el libro que te prometí, pero seguro que lo tendrás en tus manos.
Camarada,
tu imagen será el sur para las nuevas generaciones de venezolanos que
construirán una patria socialista, equilibrada, ecológicamente concebida, tal
como son tus ideales.
Hasta
la victoria siempre.