Por
Carlos M. Rodríguez C.
Podemos sintetizar la
historia de la universidad como el proceso histórico de evolución de las escuelas catedralicias y escuelas monásticas que se formaron desde el
siglo VI d.C. hacia la sociedad moderna, incorporando la noción de libertad académica y el otorgamiento de grados académicos
como característica de la sociedad burguesa.
Las universidades, pese a su
filosofía, fueron instituciones cerradas, elitistas, que evolucionaron
lentamente. En América Latina, los aspectos actuales nacen con la Reforma Universitaria de 1918, extendida
por toda América Latina. Serán focos de resistencia social y política frente a
las dictaduras que años después asolarán el continente, de ahí que se les
denomine La Casa que Vence las Sombras por su enfrentamiento a los regímenes
totalitarios.
Se conoce por Reforma Universitaria de 1918, Reforma Universitaria de Córdoba, Reforma Universitaria de Argentina, o
simplemente Reforma Universitaria,
el movimiento estudiantil que se inició en la Universidad Nacional de Córdoba de Argentina en
1918, liderado por Deodoro
Roca
y otros dirigentes estudiantiles, y que se extendió luego a las demás
universidades del país y de América Latina. La Reforma Universitaria dio origen
a una amplia tendencia del activismo estudiantil, integrada por agrupaciones de
diversas vertientes ideológicas, que se definen como reformistas. Entre
sus principios se encuentran la autonomía universitaria, el cogobierno, la extensión universitaria, la periodicidad de las cátedras y
los concursos de oposición.
A pesar del sentido
democrático y revolucionario, la universidad se constituye como institución
educativa cuya finalidad es reproducir las relaciones de producción,
desarrollar los medios productivos y las fuerzas productivas, es decir, una
institución de carácter ideológico.
Con el proceso neoliberal,
las universidades fueron perdiendo el carácter autonómico y se crearon
institutos de carácter universitario pero con visión tecnocrática, destinadas a conformar el
personal de carácter técnico que necesita la nueva forma de división del trabajo,
bajo la supervisión del Estado y vista el modelo CEPALINO
El estado venezolano
paulatinamente fue creando universidades experimentales cuya rectoría estaba
restringida a la dirección del M.E. al igual que los IUTecnológicos y los
Colegios Universitarios. Este modelo se consolidó al imponerse el modelo
neoliberal con el gobierno de Rafael Caldera.
A partir de este momento la
concepción de excelencia académica,
devino en una universidad con una cultura clientelar, partidocrática, en
una agencia de empleo de los partidos políticos. No importa el conocimiento, no
importan las competencias, lo que importa es la militancia política, la
fidelidad al partido.
Hoy por hoy no hay
universidades de primera. Todas asumieron la cultura de la tecnocracia, la
titulomanía, la concepción mercantilista
de la enseñanza, el corta-pega, el fusilaje. Ya no hay investigaciones serias
ni relevantes. Pocas tesis con carácter verdaderamente científico. Cobro por
asesorías y tutorías, ausentismo académico tanto de profesores como de alumnos.
Corrupción administrativa, académica. Degradación ética y moral. Deterioro
profesional tanto en los docentes, estudiantes, personal administrativo y
obrero. Compra-venta de investigaciones o trabajos realizados.
En fin, aquella universidad de
cuyas aulas salieron eminentes científicos, historiadores, arquitectos con
docentes de la talla de Jacinto Convit, Luis Fuenmayor, José María Vargas,
Antonio María Pineda, Luis Razetti,Rafael Rangel.. De donde emergieron generaciones de
aguerridos luchadores contra las dictaduras de Gómez, Pérez Jiménez, contra los
gobiernos represivos de la cuarta república, tal como la generación del 28 con
Gustavo Machado, Prieto Figueroa, Luis Fuenmayor , de la generación de los años
60, Toro, Fabricio Ojeda, Francisco
Tamayo, quienes hicieron honor al nombre de aquella casa que vencía la sombras
Es triste ver la deformación
intelectual y política en que han caído las universidades venezolanas,
incluyendo las llamadas universidades rojas, rojitas como la UBV, la UNEFA.
Éstas por tener en su plantilla de docentes, además de escuálidos declarados,
profesores egresados de las primeras, es decir, de las tradicionales y de no
haber una formación basada en principios, valores socialistas, humanistas, tal
como es la visión que las identifica. Y las tradicionales, por el mercantilismo
que priva en los ambientes universitarios y que paulatinamente sustituyeron la
visión revolucionaria que caracterizaba los ambientes universitarios.
En síntesis, las
universidades venezolanas se han convertido en refugios de la derecha, en
mercados de títulos sin valor real, en lenocinios académicos, en pocilgas
morales y éticas. En letrinas de las excretas de los sectores más reaccionarios
y oscuros del golpismo, paramilitarismo y guarimberismo asesino.
Y los pocos reductos de
docentes, estudiantes, administrativos y obreros han quedado arrinconados,
acorralados por la jauría demente de los escuálidos, académicos de pacotilla,
que desconocen hasta los símbolos patrios, o los lugares de la geografía y la
historia venezolana.
En fín, aquellas fortalezas
que durante los períodos de las dictaduras y la cuarta república constituían
los puntos de referencia revolucionaria, de los focos que alumbraban el camino
de la academia y la lucha revolucionaria, que VENCÍA LAS SOMBRAS, ha sido,
tristemente, derrotada por las tinieblas, por el oscurantismo y la mediocridad.
Sólo queda lapidar sus
residuos, encalar sus restos y levantar un edificio construido sobre bases
sólidas de moral y ética socialista, con muros construidos con el saber popular
y el conocimiento científico y tecnológico del progreso real, con escalones
levantados por el quehacer académico profundo, y con un techo que las resguarde
de la mediocridad, del mercantilismo académico, del neoliberalismo, de la
globalización, de la arrogancia meritocrática,
de la vagancia y la delincuencia institucional.
carrodcas@gmail.com
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